La evaluación en el aula de lenguas extranjeras: evaluación inicial, formativa y final; uso de descriptores (rúbricas)

¡¡Hola a tod@s!!

La última sesión con Cristina Rodríguez en la asignatura de Didáctica de la Enseñanza de las Lenguas Extranjeras se ha enfocado en el tema de la evaluación, junto con sus tipologías, instrumentos y demás. Si bien se nos ha inculcado desde principios de este Máster la importancia que tiene el evaluar, que no calificar, no ha sido hasta esta sesión que hemos podido profundizar y comprender la ardua tarea que conlleva este continuo proceso. Por ello, he decidido repasar en la entrada de hoy la información que se nos ha impartido en torno a este tema, sin duda extenso pero fundamental en nuestra formación como docentes.

Primeramente, dado que esta entrada va a dedicarse a la evaluación, es más que oportuno definir el significado de la misma: una recopilación de datos e información en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Ahora bien, esta recopilación de datos puede ser de carácter inicial, formativo o sumativo. En cuanto a la evaluación inicial, no se puede negar la utilidad de la misma, pues gracias a ella podemos definir los conocimientos previos del alumnado, estableciendo las bases de nuestra enseñanza y las metas a las que queremos llegar partiendo de esa base. Cabe destacar que esta evaluación diagnóstica no tiene que ser solo escrita, sino que puede – y debe – ser también oral, recopilando información en todas aquellas destrezas que se vayan a poner en práctica en el aula. Además, me gustaría destacar que con esta evaluación se pueden comparar los resultados iniciales con los resultados conseguidos tras el proceso de aprendizaje, aumentando la motivación del alumnado. ¿A quién no le gusta pensar en el esfuerzo que suponía realizar una actividad que ahora hace con los ojos cerrados?


La evaluación formativa por su parte es fundamental para la mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje. Por una parte, como docentes, debemos verificar continuamente la efectividad de nuestra enseñanza para mejorar el proceso de aprendizaje del alumnado. Por otra parte, como guías del aprendizaje, debemos monitorizar y prestar atención al grado de entendimiento del alumnado, recogiendo evidencias de su aprendizaje y proporcionando feedback para potenciar y facilitar dicho aprendizaje. Además, es necesario que el alumnado no tenga ningún tipo de duda en cuanto a lo que se espera de ellos, de manera que, establecido el punto de partida, debemos indicar cómo llegar a la meta deseada. Dicho esto, cabe destacar que la evaluación formativa se puede llevar a cabo a largo, medio o corto plazo, si bien este último resulta ser el más efectivo y con mayor impacto en el aprendizaje; y puede efectuarla tanto el docente como el alumnado, ya sea por medio de heteroevaluaciones, autoevaluaciones o coevaluaciones. Estas dos últimas (os dejo aquí un artículo sobre ellas en el contexto de ELE), si bien requieren gran cantidad de tiempo para explicar su funcionamiento, son fundamentales para que el alumnado tome responsabilidad de su aprendizaje. De hecho, hemos podido ver como ideas como la de The Ladder of Feedback son útiles en tanto que los/as alumnos/as aportan valoraciones constructivas entre sí siguiendo una serie de pautas de referencia que tienen como objetivo mejorar el aprendizaje. Finalmente, para terminar con los tipos de evaluaciones antes de irme por las ramas, cabe decir que sumando la evaluación inicial y la evaluación formativa tenemos como resultado la conocida como evaluación sumativa, que generalmente se lleva a cabo por el docente para calificar o para certificar, entre otras, la adquisición del aprendizaje.

Ahora me gustaría hablar de un aspecto muy importante en la evaluación: el feedback, esa herramienta capaz de motivar o desmotivar al alumnado en función de su uso. Concretamente, me gustaría centrarme en la cuestión de si recibir una calificación supone recibir feedback. Tal y como se comentó en el aula, el hecho de tener una calificación no ayuda a mejorar o reflexionar sobre lo aprendido, pues dejamos que la nota determine nuestro grado de éxito. Estos comentarios se han visto probados además tras hablar de un experimento realizado por Ruth Butler, en el que tres grupos de alumnado realizaban una prueba y posteriormente recibían feedback sobre la misma. Lo interesante de este estudio es que el primer grupo recibió una calificación; el segundo una calificación y comentarios; y el tercero solo comentarios. Con todo, el tercer grupo fue el único que mejoró sus resultados en pruebas realizadas posteriormente, pues, a diferencia de los otros dos grupos, el alumnado había reflexionado sobre su aprendizaje y sobre cómo mejorar el mismo. De cualquier forma, quizá lo que más me llamó la atención de este experimento fueron las conclusiones extraídas del segundo grupo, pues los comentarios recibidos, fueran positivos o negativos, perdían significado para el alumnado en relación con la nota adjudicada.

Continuando en la línea del feedback, no quiero acabar esta entrada sin nombrar uno de los instrumentos más utilizados a la hora de buscar la mejora en el aprendizaje de nuestro alumnado: la observación. Si bien a lo largo del Máster se ha comentado que ciertas actividades pueden evaluarse a través de la observación, no me había parado a pensar en lo que eso implicaba. Pese al nombre, el simplemente observar no es suficiente. Por ello, al evaluar por observación podemos apoyarnos en las conocidas como hojas de observación por tarea, con las cuales podemos ofrecer feedback al alumnado partiendo de los aspectos más importantes a tener en cuenta al hacer una actividad; o en las hojas de observación por alumno, en las que podremos observar la evolución del mismo a medida que anotamos las dificultades surgidas en las diferentes actividades realizadas, para las cuales, al igual que en el caso anterior, se brindaría feedback.

A modo de conclusión, esta sesión me ha resultado de gran utilidad. Si bien es cierto que el peso teórico ha sido mayor que en otras ocasiones, agradezco que se nos haya dado la oportunidad de saber qué, quién, cómo y cuándo evaluar. Creo que como futuros docentes deberíamos dejar de perseguir la calificación a la que estamos tan acostumbrados para centrarnos más en la evaluación del aprendizaje que desempeña el alumnado. Ahora que tenemos el conocimiento y los recursos, solo nos queda contribuir a un cambio educativo en el que el conocimiento no dependa de un número. Esto ha sido todo, ¡hasta la próxima entrada!

Comentarios

  1. ¡Hola, Raquel!

    En primer lugar me gustaría felicitarte por tu entrada. Creo que haces unas reflexiones muy interesantes y, al igual que tú, creo que no me había parado a pensar lo suficiente en la evaluación. Y creo que es importante que lo hagamos ya que, en el futuro, es uno de los aspectos en los que más se nos va a exigir (vamos, que los alumnos y alumnas nos van a dar bastante caña en ese tema, ya que prácticamente es lo que más les importa). Y en relación a eso, también creo que es en parte nuestro deber hacerlo de forma responsable. Hemos hablado múltiples veces en clase de que las calificaciones pueden fomentar la competitividad entre el alumnado, y creo que eso es algo que debemos intentar evitar, enseñándoles que esa no es la finalidad de las notas. Sin embargo, por otro lado, nos encontramos con que en este sistema educativo es necesario calificar de forma numérica a nuestros alumnos y alumnas, y en este número dependerán muchas cosas: si promocionan o no, si pueden acceder a una carrera determinada, si aprueban, la nota media, los posibles premios prometidos por una figura adulta, la autoexigencia (íntimamente ligada con la autoestima)... Es un sólo número, pero conlleva muchas cosas. ¿Cómo encontrar el balance adecuado entre estos dos aspectos, entonces? La verdad es que todavía no lo sé, pero espero aprenderlo con la experiencia. De momento, creo que algunas de las cosas que debemos procurar para con nuestros alumnos y alumnas a la hora de evaluar es intentar ser lo más justos y justas posible, siempre con empatía y comunicación.

    De nuevo felicidades por tu entrada!
    Un saludo,
    Antía

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  2. Hola, Raquel

    Me ha resultado muy interesante tu entrada en la que expones de forma clara y concisa lo que se ha tratado en clase en cuanto a las evaluaciones. Creo que no hemos sido realmente conscientes de la importancia que tiene el feedback en el proceso de enseñanza-aprendizaje hasta que nos hemos parado a hablar de este en esta asignatura. En primer lugar, puntualizo que el feedback debe ser muy descriptivo, realista y fácil de entender para que sea efectivo para el alumnado. Me gustaría destacar que uno de los aspectos que me ha llamado más la atención ha sido la efectividad que provoca proporcionar el feedback adecuado de forma inmediata, ya que este hace que el aprendizaje sea más significativo y los resultados sean más eficientes. De esta forma evitamos que ciertos errores se conviertan en errores frecuentes, así como que las dudas se resuelvan lo antes posible y no supongan un obstáculo para el seguimiento de lo que se está enseñando. Otros beneficios del feedback inmediato son el hecho de que favorece la autonomía del alumnado, es decir, de esta forma estamos impulsándolos a que aprendan por sí mismos, ya que muchas veces ellos mismos se dan cuenta de lo que pueden mejorar mientras hacen las tareas o, incluso, sus compañeros o compañeras les aportan un breve feedback cuando están trabajando de forma grupal. Además de cumplir nuestro objetivo de que mejoren y progresen en su proceso de aprendizaje a través del feedback, podemos intentar que este sea motivador para el alumnado y que, de alguna forma, este los anime cada vez más a superarse a sí mismos y a los retos personales que se plantean.

    ¡Muchas gracias por tu aportación!

    Un saludo

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