Tema 3: La enseñanza-aprendizaje y certificación de lenguas extranjeras por las instituciones internacionales

¡Saludos a tod@s!

Esta es la última entrada relacionada con los temas impartidos por la profesora Carla Bouzada. En este último tema hemos trabajado con información relacionada con las diferentes instituciones certificadoras de niveles de inglés, algunas conocidas como CERCLES, y otras no tanto como EAQUALS. Este tema me hace pensar en el continuo debate sobre hasta qué punto es necesario o útil el certificar el nivel de un idioma. Es por ello por lo que me voy a centrar en esta polémica cuestión en la entrada de hoy, tomando como ejemplo dos circunstancias diferentes, como veréis a continuación.


Comencemos pues. Imaginaros que el motivo por el que queréis un certificado de idiomas es para probaros a vosotros mismos que sabéis hablar un idioma. Personalmente, no creo que un certificado pueda, precisamente, certificar eso que estáis buscando. Ni por tener un A1 se va a saber poco, ni por tener un C2 se va a saber mucho. Os estaréis preguntando por qué pienso esto. En primer lugar, he de deciros que apoyarse en el material utilizado para aprobar un examen y adquirir un certificado puede ayudar a la hora de adquirir conocimientos y competencias. Sin embargo, no es algo en lo que uno se pueda apoyar únicamente para perfeccionar un idioma. Muchas de estas actividades están diseñadas solamente para aprender cómo resolver ciertos ejercicios que llevarán al aprobado, pero que no aportan utilidad en la vida real. Por poneros un ejemplo, en los speaking de los exámenes de Cambridge (y supongo que en otros exámenes también) se suele pedir una descripción sobre una foto de una situación particular. Pero, ¿cuántas veces describimos estas situaciones, con detalle, en la realidad? Además, tampoco se puede olvidar que muchos certificados, por no decir la gran mayoría, se centran demasiado en la habilidad escrita a través de las secciones de grammar y writing, algo que seguro os recuerda a vuestra época de estudiantes. El resultado de todo esto es pues el conseguir aprobar y/o obtener puntuaciones altas sin ser necesariamente capaz de hablar la lengua meta.

Tampoco podemos olvidarnos del factor motivador. Cuando nos enfocamos en estudiar para aprobar un examen, estamos motivados para ello. Sin embargo, una vez se haya hecho y aprobado dicho examen, nos olvidamos de todo o gran parte de lo aprendido, porque el certificado ya se ha conseguido. En otras palabras, nos preocupamos por estudiar para adquirir esa puntuación que nos aporte ese maravilloso certificado, en lugar de preocuparnos realmente por aprender un idioma que podamos usar a largo plazo y de verdad.

Pongamos otra situación a modo de ejemplo: la búsqueda de empleo. Cuando se está buscando un trabajo es prácticamente – por no decir completamente – indispensable tener un nivel mínimo de inglés, sea la profesión que sea. Esta situación, como sabéis, lleva a que sean muchas las personas las que se anotan a cursos de idiomas por necesidad más que por gusto. Es por ello por lo que, una vez conseguido el certificado requerido, se describe en el curriculum vitae ese nivel lingüístico acreditado que tanto esfuerzo ha costado. El problema radica cuando llega la esperada entrevista de trabajo. Son muchas las empresas que quieren asegurarse de la veracidad de esas competencias lingüísticas que se dicen tener, por lo que en muchas ocasiones se pide al entrevistado que converse en inglés. Con todo, en muchos de estos casos, la mente se queda totalmente en blanco. ¿La razón? Posiblemente, a pesar de toda la gramática practicada y de todas las actividades realizadas, el  speaking no se ha trabajado lo suficiente. Es decir, los certificados no aportan esa fluidez necesaria para mantener una conversación, por muy básica que sea.

Finalmente, quiero nombrar otro aspecto sobre estos certificados: el precio. Algo que hoy día resulta tan fundamental e indispensable debería estar al alcance de todos y todas. Sin embargo, los precios para obtener estos certificados son totalmente desproporcionados y aumentan a medida que se aumenta de nivel. Y sí, estoy pensando en Cambridge. Como seguro habéis visto a medida que ibais leyendo el artículo, le tengo cierta “tirria” al tema de los certificados. En mi caso, yo nunca me he presentado a ninguno de estos exámenes de certificación, a pesar de la gran cantidad de veces que me han dicho que debería hacerlos. El motivo es que estoy cansada de ver como nos aferramos a una continua “titulitis” que no prueba nada. Estoy segura de que os habéis topado con docentes con un currículum lleno de certificados impresionantes, y que sin embargo no destacaban precisamente como buenos/as profesores/as.

Una vez dicho esto, entiendo que estos certificados son útiles para tener una visión aproximada de las competencias en el idioma que decimos hablar, sobre todo en nuestro ámbito de la docencia. Pero no acabo de entender como es posible que se paguen cantidades desbordantes de dinero por exámenes que, de aprobarlos, aportan la creencia de tener unas competencias lingüísticas que a veces no necesariamente se tienen.

Esto ha sido todo. Por cierto, me disculpo por si me he dejado llevar un poco por las emociones en cuanto a este tema. Espero haberos aportado información interesante, tanto en esta como en las otras entradas, en relación con los temas impartidos. Son muchos los aspectos que tendremos que tener en cuenta en nuestro camino como docentes, y espero que hayáis podido sacar ideas a partir de estas lecturas. Sin más, me despido de esta sección. ¡No os olvidéis de comentar!

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